Ruta Arte & Naturaleza
"Desde que me jubilé recorro mi ciudad natal de punta a punta. Sigo la estela de las obras de arte que salpican la línea costera. ¿Te vienes conmigo?"
Una ciudad para explorar a pie
San Sebastián es una ciudad perfecta para caminar. Yo todos los días hago el mismo paseo por la costa, desde Sagüés hasta la escultura del Peine del viento, y no me aburro nunca. El paisaje está siempre ahí, pero nunca es el mismo.
En este recorrido nos encontraremos con un significativo conjunto de obras de artistas vascos; atravesaremos parques, montes y playas para disfrutar de la naturaleza; y descubriremos miradores impresionantes que aprovecharemos para tomar un descanso. Para mí, realizar este recorrido de casi siete kilómetros se ha convertido en una rutina, y sin embargo, cada día sigue siendo una experiencia irrepetible.
Mapa interactivo del recorrido
Selecciona las localizaciones
Distancia
Paradas
Tiempo
1. Paloma de la Paz (Sagües)
El recorrido comienza en Sagüés, en la explanada que se encuentra en la frontera entre la ciudad y el mar. En este paseo de costa siempre veremos gente caminando, yendo y viniendo.
En este lugar, bajo la falda del monte Ulía, nos recibe una escultura gigante que mira al mar Cantábrico: la Paloma de la Paz. Es una de las obras más conocidas del artista vasco Nestor Basterretxea, una figura creada a modo de alegato contra la violencia. Será una de las muchas obras de arte que encontraremos en el recorrido, y es que pasear por la costa de San Sebastián es como estar en un museo al aire libre.
Sagüés forma parte del barrio de Gros y se ha convertido en una zona de ocio importante. Cuenta con terrazas y bares; se practican deportes como el skate, andar en bici, en patines y también hay canchas de baloncesto. Se nota que estamos al lado de la playa de Zurriola porque el ambiente surfista está en todas partes.
1 Paloma de la Paz (Sagües)
2. Kursaal
Dejando atrás Sagüés, caminando por el paseo de Zurriola nos topamos con el Palacio de Congresos Kursaal: los "cubos" del arquitecto Rafael Moneo. El autor los presentó en forma de dos rocas varadas en la desembocadura del río Urumea. Al principio, el palacio Kursaal causó un gran revuelo. Y es que vino a reemplazar al edificio anterior: al Gran Kursaal inaugurado en 1921, símbolo de la arquitectura francesa de la época. La creación de Moneo rompió completamente con la estética donostiarra de la Belle Époque. Fue inaugurado en 1999, y se convirtió en un símbolo de la San Sebastián moderna.
Sin embargo, la renovación del barrio se inició antes, con la creación de la Playa de Zurriola, en 1995. A un lado de la desembocadura del Urumea construyeron un muro para agrandar la playa y protegerla del oleaje. Sin embargo, las olas no desaparecieron, y hoy la playa sigue siendo la favorita de los surfistas.
Como muchas de las actividades de la agenda cultural de la ciudad tienen lugar en el Kursaal, se ha convertido en una zona de gran afluencia. El Festival de Jazz, la Quincena Musical, el Festival de Cine y un sinfín de eventos más consiguen atraer multitudes.
2 Kursaal
3. Construcción Vacía (Oteiza)
Avanzando por el Paseo Nuevo, se abre una vista única a ambos lados. A partir de la sede de la Asociación Fotográfica, veremos a la izquierda el monte Urgull y a la derecha la inmensidad del mar. Llegaremos a la escultura Construcción Vacía de Jorge Oteiza cuando veamos la isla de Santa Clara a nuestra derecha. La obra, que obtuvo el premio en la Bienal de Sao Paulo de 1957, es hoy un referente en el arte contemporáneo.
Mirando hacia el Monte Igueldo veremos en su base el Peine del Viento de Eduardo Chillida. La costa donostiarra acoge la obra de artistas referentes vascos como Nestor Basterretxea, Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. En 2021 se les unió un cuarto miembro, la primera mujer: la donostiarra Cristina Iglesias. Su instalación, Hondalea, se encuentra en el faro de la isla de Santa Clara. La topografía de la costa vasca le sirvió de inspiración para crear su trabajo, y la obra reivindica la protección del medio ambiente.
3 Construcción Vacía (Oteiza)
4. El Naútico
El Náutico es otro de los lugares predilectos para sentarse, quedarse y mirar a la bahía. Aquí se encuentra el edificio del Real Club Náutico de San Sebastián, uno de los ejemplos más emblemáticos del racionalismo.
Fue construido por José Manuel Aizpurua y Joaquín Labayen en 1929. Los dos arquitectos vascos se inspiraron en la arquitectura naval. Desde cualquier punto de vista, el Náutico tiene el aspecto de un buque anclado en el muelle.
4 Naútico
5. Catedral del Buen Pastor
Desde el paseo de La Concha nos dirigimos hacia el Centro, y situados la calle Loiola veremos el edificio más alto de la ciudad: la catedral del Buen Pastor, construida en el siglo XIX. Como curiosidad, desde esta peatonal calle Loiola veremos en línea recta , a un lado, la iglesia Santa María de la Parte Vieja y al otro, la catedral del Buen Pastor. El edificio se encuentra en una amplia plaza con el mismo nombre, en la zona romántica de San Sebastián. Gracias a su larga aguja ha conseguido ser el edificio más alto de la ciudad y también es la iglesia más grande de la ciudad. La iglesia fue inaugurada en 1897, y es de estilo neogótico. No fue catedral hasta 1953.
El 18 de julio de 1946 llevaron a cabo una acción contra la dictadura franquista en la punta de la catedral. Joseba Elosegi, soldado vasco en la guerra de 1936, colocó junto a unos amigos la bandera vasca cuando aún era un símbolo prohibido. Precisamente, cerca de la catedral del Buen Pastor, en San Bartolomé, se abrió en 2021 un mirador público con su nombre. Desde allí se ven los tejados del centro, la torre de Atocha, la propia catedral del Buen Pastor, el monte Ulía y el monte Urgull.
5 Buen Pastor
6. Parque de Aiete
Nos alejaremos del centro de la ciudad y subiremos una pequeña colina para conocer otra gran zona verde donostiarra: el parque de Aiete. Lo que antaño fue una lujosa casa de campo de familias aristocráticas se ha convertido en un espacio público para el disfrute de todos. Es para muchos el oasis de este barrio de la zona alta de la ciudad. Y es que el terreno diseñado por el jardinero municipal bayonés Pierre Ducasse permite huir del ritmo intenso de la ciudad y permanecer en un lugar tranquilo y bello.
Aunque la casa pertenecía a los Duques de Bailén, fue utilizada como casa de verano por muchos Reyes de España, así como por el dictador Francisco Franco. En 2011 se celebró en este edificio la Conferencia Internacional de Paz de San Sebastián, que se ha convertido en símbolo de la resolución del conflicto en el País Vasco.
6 Aiete
7. Homenaje a Fleming
Mientras caminamos por el Paseo de la Concha, en el Mirador del Bicentenario encontraremos una escultura realizada por Eduardo Chillida en 1955: Homenaje a Fleming. La hizo en homenaje al biólogo Alexander Fleming, que descubrió la penicilina.
Mirando a la bahía, podemos imaginar lo que divisaban los pescadores donostiarras que volvían a casa. Antiguamente la ciudad era conocida como "Irutxulo", debido a los tres agujeros que observaban entre los acantilados al mirar a tierra: Ulía, Urgull, Santa Clara e Igueldo.
Estamos cerca de Loretopea: es la colina rocosa que divide las playas de Ondarreta y La Concha. Allí se encontraba la ermita dedicada en otro tiempo a la Virgen de Loreto. El nombre actual precisamente deriva del trasvase al castellano del topónimo Loretopea (al pie de Loreto). El túnel peatonal que une el paseo de La Concha con el barrio del Antiguo lleva el mismo nombre y desde 2016 conserva en su interior una obra de arte: la obra Miramart. El artista Víctor Goikoetxea pintó el mar en la bóveda del túnel para que los viandantes experimenten un viaje subacuático.
7 Homenaje a Fleming
8. Peine del Viento
Hemos llegado al lugar que alberga uno de los símbolos más conocidos de la ciudad, el Peine del Viento del escultor donostiarra Eduardo Chillida. Se le ocurrió la idea de hacer una escultura en su lugar favorito. Empezó a hacer los primeros bocetos en los años cincuenta, y en 1977 se colocaron finalmente las tres piezas de acero que forman el Peine del Viento. Desde entonces, estas tres esculturas peinan las olas y ráfagas de vientos que llegan desde el horizonte. Para Chillida éste era «un lugar para mirar al mar, un lugar de convivencia y encuentro ciudadano».
Esta plaza fue diseñada por el arquitecto Luis Peña Ganchegui. Quiso convertir este espacio en una especie de anfiteatro abierto para poder disfrutar del espectáculo de la naturaleza. Cuando las olas del Cantábrico rompen con fuerza, el agua y el viento salen con fuerza de las chimeneas que colocó en el suelo, convirtiéndose así en divertidos géiseres.
8 Peine del Viento
9. Funicular
Para disfrutar de las hermosas vistas de San Sebastián, y viajar en la máquina del tiempo, no hay nada como coger el funicular y subir al parque de atracciones del monte Igueldo. Aún conserva la esencia de la San Sebastián de antaño. Al bajar del funicular veremos antiguos anuncios de estilo retro, y descubriremos que varias atracciones del parque son todavía las originales: la Montaña Suiza y el Río Misterioso, entre otras.
El funicular fue inaugurado en 1912 para poder unir el restaurante y el casino que antiguamente se encontraban aquí. Sin embargo, en 1924, cuando el general Primo de Rivera prohibió el juego, los propietarios fueron obligados a cambiar el uso del recinto. A la hora de establecer el nuevo rumbo, los dueños del parque Igueldo tomaron como modelo el parque de atracciones Tibidabo de Barcelona, que como aquél, lo convirtieron en un mirador para disfrutar del paisaje de la ciudad y en un parque de ocio. Además del parque de atracciones de Igueldo, hay infinidad de caminos para disfrutar de la naturaleza. A lo largo de los recorridos naturales para explorar Igueldo podremos descender hasta la orilla del mar, así como enlazar con el camino de Santiago.
9 Funicular
Rutas Verdes accesibles e interactivas