Ruta Industria

1. Antiguo - Ondarreta

El paisaje de esta zona, en la que vemos un hermoso paseo con jardines y una playa, era muy distinto en el siglo XIX. La industrialización dio sus primeros frutos en Ondarreta: en 1859 se fundó La Fe, una fábrica para producir cemento y ladrillos junto al Loretope. La llegada del tren a San Sebastián en 1864 permitió mover fácilmente la mercancía de las fábricas de la zona. En 1875 los hermanos Brunet abrieron una fábrica de botellas de vidrio. También elaboraban una sidra tipo champán muy popular en la época.

Además, la playa se utilizaba como campo de maniobras militares y fue aquí donde se construyó la cárcel provincial, en 1889. El turismo iba creciendo y pronto se apostó por su traslado y por una ampliación de los escenarios de esparcimiento. Al pie del monte Igeldo, hubo un hipódromo, en activo entre 1907 y 1916 y, a finales de 1920, el Ayuntamiento firmó un convenio con el Real Club de Tenis para urbanizar y embellecer las marismas de Ondarreta.

En este lugar tenemos aún un gran legado de la industria y la tecnología de la época: el funicular que sube a Igueldo, que fue inaugurado en 1912. Es el más antiguo de los tres funiculares que quedan en el País Vasco, y el mejor conservado. El funicular y su estación siguen en funcionamiento, mantienen el mismo uso que en la época en la que los construyeron y sin grandes renovaciones.

Volver

2. Antiguo - Bentaberri

San Sebastián comenzó a prepararse para ser una ciudad moderna en el siglo XIX, pero el Antiguo por aquel entonces era todavía un barrio tranquilo. Había caseríos y algunas casas pequeñas junto al canal de Los Juncales. Sin embargo, la industrialización cambió rápidamente el paisaje. Muchos vecinos del Antiguo aún recuerdan el olor a cerveza y chocolate que había en la zona de Benta Berri, donde construyeron las fábricas de las empresas Cervezas El León y Suchard, o el olor a jabón y a productos químicos en la actual calle Lizarriturry, que venía de la fábrica Jabones Lagarto. Se convirtió en un barrio industrial que llegó a contar con un total de 1.500 trabajadores.

De la antigua fábrica de Lizarriturry y Rezola sólo quedan las casas obreras, una alineación de casas modestas sin muchos adornos, paralelas a la carretera de San Sebastián a Lasarte, en la avenida de Zarautz. La empresa nació en la década de 1860 y pronto se hizo popular cuando comenzó a producir velas, glicerina y parafina bajo la marca La Providencia. Los empresarios contactaron con el inventor alemán Peter Krebitz. Sus patentes tuvieron un gran éxito en Europa y gracias a él consiguieron hacer una de las fábricas más modernas. También gracias al ingeniero francés Lambert. En 1914 se creó el jabón Lagarto, nombre con el que se popularizó la fábrica.

También estaba aquí la fábrica de chocolate Suchard. A partir de 1961 comenzaron a fabricar no sólo chocolate, sino también los caramelos Sugus.

La semilla de la fábrica de Cervezas El León la sembró el maestro cervecero alemán Anthony Kutz. Llegó a San Sebastián en 1867 y abrió una cervecería y heladería llamada Strassburgo, al este de la ciudad, en Ategorrieta. La buena fama que obtuvo su receta de cerveza animó a sus descendientes a emprender y abrir Cervezas El León en Benta Berri en 1890.

En los últimos años, en el lugar donde aquellos empresarios construyeron sus primeras fábricas, se han ido creando centros educativos y de investigación: el Campus Universitario de la UPV, BioDonostia, CIC Nanogune y el Donostia International Physics Center. Además, los centros de investigación no paran de crecer. En el campo de la tecnología cuántica, un proyecto conjunto entre las instituciones vascas y la empresa tecnológica IBM permitirá instalar el sexto superordenador cuántico del mundo en el centro denominado IBM-Euskadi Quantum Computational Center.

Volver

3. El río Urumea

Solemos asociar la mayor parte del imaginario de San Sebastián a la bahía de La Concha, quitando protagonismo al río Urumea, pero… ¿si no hubiera sido por el río, habría llegado a ser una ciudad mercantil? El río Urumea fue una gran fuente de riqueza para numerosas familias, y para muchas de ellas supuso un medio de vida: un río para la compraventa y transporte de mercancías. Podemos decir que desde el siglo XVI se convirtió en una especie de autopista de transporte.

La sidra era la mercancía más habitual que se transportaba a lo largo del Urumea. La bebida se producía en los caseríos-lagares de la orilla del Urumea y posteriormente se consumía en San Sebastián y en sus bares, incluso más lejos, ya que los pescadores vascos que realizaban viajes a Terranova utilizaban la sidra como bebida contra el escorbuto. Los pescadores pasaban meses sin pisar tierra y la sidra era uno de los elementos que llevaban para sobrevivir en las embarcaciones. Además de saciar la sed, la bebida era ideal para evitar infecciones y enfermedades. Desde Pasajes partían los barcos hacia Terranova.

La situación actual no tiene nada que ver con la de antaño, en la que eran habituales las competiciones de natación, la construcción de botes y las regatas. El río se utilizaba para el trabajo, para el ocio y para el disfrute. El río Urumea también fue testigo de una nueva invención. En 1893, el empresario y emprendedor donostiarra Ramón Barea creó el velocípedo náutico, que posteriormente se extendió por todo el mundo.

Volver

4. Diputación y zona comercial

Nos encontramos en la sede de la Diputación Foral de Guipúzcoa. Mientras que a finales del siglo XIX comenzaron a construirse fábricas y otras grandes infraestructuras en los barrios periféricos, la industria textil y la moda tomaron fuerza en las calles del centro. La ciudad se convirtió en uno de los principales centros de veraneo de la burguesía y la aristocracia. Solían pasearse ataviados con las piezas más elegantes y las últimas novedades de la alta costura, de manera que, junto a Biarritz, la ciudad se convirtió también en uno de los centros de la moda a nivel internacional. Por eso, muchos vecinos de la ciudad comenzaron a trabajar en el sector de la moda, especialmente las mujeres: mujeres sastres, sombrereras, probadoras, bordadoras y cortadoras de tela. Las tiendas de aquí también se adaptaron a las necesidades de los nuevos clientes.

Además, la moda donostiarra contó con un gran embajador internacional: Cristóbal Balenciaga. Antes de abrir su propio negocio, trabajó en dos sastrerías de la capital. En 1918 fundó la sociedad Balenciaga y Compañía, con la que alcanzó una gran popularidad durante seis años. Cuando cerró la sociedad, en 1924, se asentó en la Avenida de la Libertad, en el primer piso del número 2.

Volver

5. Koldo Mitxelena y Correos

En pleno centro de la ciudad también podemos seguir las huellas de ese proceso de cambio que se produjo en aquella época. Estos dos edificios de la Belle Époque fueron destinados a la formación de empresarios, ingenieros y trabajadores, respondiendo a las necesidades de la ciudad de servicios. Así, la actual biblioteca Koldo Mitxelena acogió dos proyectos relacionados con la educación. El primero fue el Instituto de Educación Secundaria de Guipúzcoa. Posteriormente se puso en marcha la Escuela de Ingenieros Superiores, que empezó su andadura en 1961. Es la cuarta escuela de ingenieros más antigua del Estado. El objetivo de la Diputación era formar a los futuros trabajadores de las nuevas actividades industriales de Guipúzcoa. Abandonaron su sede en el Centro en los años 70 y se trasladaron al barrio de Ibaeta. La biblioteca abrió en 1993 con el nombre de Koldo Mitxelena Kulturunea.

El actual edificio de Correos fue un centro de referencia en la formación profesional: fue escuela de Artes y Oficios. Muchos comerciantes, artesanos y trabajadores de la ciudad fueron educados en esta escuela hasta su cierre en 1944. La creación de una escuela de artes y oficios fue la forma de abordar el auge del comercio que vivía la ciudad y su apuesta por ser una ciudad de servicios. Para muchas mujeres fue una forma de conseguir su primer puesto de trabajo. En los años 60 pasó a ser la sede de la actual de Correos y Telégrafos.

Volver

6. Alza

Alza es un barrio del este de la ciudad que tiene carácter propio. Antiguamente fue independiente, y además del actual barrio de Alza, abarcaba también Bidebieta, Herrera, Intxaurrondo y parte de Ulía, llegando hasta la bahía de Pasajes. En el casco del barrio de Alza, en la plaza de San Marcial, se encuentra el antiguo edificio del Ayuntamiento de Alza y al lado está la iglesia de San Marcial.

Alza es la parte de la ciudad más transformada por la industrialización. Alrededor del puerto de la bahía de Pasajes surgieron la mayoría de las actividades industriales: construcción naval, pesca, y producción de conservas de anchoa y bacalao, entre otras. En torno al astillero Luzuriaga hubo muchas otras fábricas y talleres. Como curiosidad, la barandilla de la Concha de San Sebastián fue construida por la fundición Molinao, que posteriormente formaría parte de Luzuriaga.

Si retrocedemos en el tiempo, podemos recordar la época en la que Bidebieta y Herrera tuvieron un embarcadero. Muchos vecinos aún recuerdan el olor a bacalao y a las redes de pesca que dejaban secar aquí, y es que Bidebieta antes estaba junto al puerto, que fue el principal motor de la economía de la zona.

Cerca de aquí, en la entrada de la bahía de Pasajes, se puede visitar el Museo Albaola. Evoca las aventuras marítimas del País Vasco en América en el siglo XVI a través de las historias de los balleneros y sus embarcaciones.

Volver